¿Cómo trabajan los psicólogos, cómo nos ayudan?
La herramienta que utilizan los psicólogos para ayudar es la psicoterapia. El término «psicoterapia» suscita con frecuencia una serie de percepciones erróneas, incluso fantásticas que traducen más un desconocimiento de la técnica y probablemente una resistencia inconsciente respecto a los asuntos de la mente.
La psicoterapia está fundada en un intercambio de persona a persona que se instaura gracias a la escucha, una disposición favorable hacia el otro, la ausencia de juicio, la capacidad de atención a procesos psíquicos determinados y comprensión. Todo esto permite alcanzar el objetivo esencial de la psicoterapia, que es permitir a cada uno conocerse mejor, interrogarse acerca de su evolución y responder adecuadamente a los acontecimientos propios de la vida. La calidad de la relación que se establece en psicoterapia, el sentimiento de ser bien recibido y comprendido en lo que se vive y resiente, son elementos determinantes de toda psicoterapia, sin embargo, no lo es todo.
Este intercambio verbal en el que se apoya la psicoterapia no es una “discusión” normal del tipo que se tiene en la vida cotidiana, con familiares o amigos. Se trata de una relación particular en la que un profesional formado a la escucha y a la comprensión de problemas psicológicos propone, en un marco concebido para ello, abordar estos problemas de manera específica, diferente a la nuestra y a la que nuestros cercanos puedan proponernos. De este modo, el terapeuta y el paciente generan a través de esta relación particular un espacio en el que se trabajarán las distintas dificultades que presente el paciente.
¿Cómo nos ayudan los psicólogos?
Por un lado, tenemos varios elementos o reglas esenciales que constituyen las condiciones favorables para que este la psicoterapia sea un espacio permita que haya un cambio positivo en la persona:
El permitir la expresión libre
Una regla es el permitir la expresión de lo que vivimos, sentimos y pensamos en toda libertad, es decir sin miedo a ser juzgados o criticados. Podremos por ejemplo abordar situaciones o emociones que nos angustian, sin limitarnos a las «zonas de confort» a las que estamos acostumbrados, y hablar de cosas que son difíciles de abordar, incluso con nuestros seres queridos.
El escuchar y traducir en palabras lo vivido
El terapeuta está ahí para escuchar el sufrimiento, las dificultades, las dudas, y favorecer la expresión de lo que es experimentamos realmente, nos ayuda además a poner en palabras lo vivido, utilizando diferentes técnicas: preguntas abiertas, reformulación de problemas, ejercicios de puesta en situación, espacios de silencio.
El ponernos cara a cara con nosotros mismos
El terapeuta nos propone por tanto un cara a cara con nosotros mismos en un ambiente de confianza, en un marco que provee seguridad. De modo que podamos ir más allá de lo que habitualmente podemos alcanzar y que podamos mirarnos de otra manera, tomar conciencia de nuevas cosas, abordar nuestros problemas de manera diferente, encontrar por fin respuestas y soluciones eficaces, que nos hagan sentir bien con nosotros y en nuestras relaciones.
Para dar lugar a este cambio, el terapeuta interviene de manera activa, de la mano con el paciente; primero para determinar qué genera actualmente el malestar en la persona, luego en la búsqueda de distintos puntos de vista respecto a la situación y el problema. Analizar los puntos de vista actuales que emplea el paciente para lidiar con las situaciones que lo rodean es esencial para comprender el rumbo o la dirección que supone la manera de vivir actual del paciente.
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