Personas que sufren el desempleo
Como modo de ir construyendo el hilo conductor de este artículo, comenzaremos por ir definiendo las palabras que forman el entramado del mismo.
Crisis, es considerada una situación difícil, un cambio brusco e inesperado en la vida o salud de las personas o una situación inestable y peligrosa en lo social, político, económico… que dificulta y compromete al desarrollo vital llevado hasta el momento.
Desempleo, ausencia o pérdida por diversas causas propias o ajenas a la persona, de uno u varios puestos de trabajo que proporcionaba ingresos/ salario. Existen varios tipos de desempleos; estructural, estacional, cíclico, de larga duración…
Hay que tener presente que las crisis y el desempleo no actúan de la misma manera en la vida de todas las personas, se suman interseccionalidades como; el género, el país de procedencia, la edad, el nivel cultural y formativo, la clase social, por lo tanto se produce un daño más severo sobre aquellos/as que antes del suceso se encuentran en situaciones de desigualdad, discriminación y fragilidad/riesgo social.
Las crisis se han ido dando de manera continuada a lo largo de la historia, en el caso de la crisis sanitaria COVID-19 vivida a nivel mundial, junto con las medidas de seguridad y confinamiento ha provocado la paralización de la actividad económica y ha puesto a examen las fortalezas de los estados, en cuanto a su capacidad de afrontamiento en temas de salud, económicos/ financieros, de bienestar social, empresarial/laboral… y genera un drástico golpe sobre los ciudadanos y ciudadanas de estos estados.
La alta tasa de desempleo y destrucción de puestos de trabajo de manera rápida y descontrolada, la discriminación estructural y tecnológica, la enfermedad, ha sumido a las personas en factores de pobreza que como antes hemos comentado es más virulenta en la población que ya sufría desigualdades.
Principales consecuencias y efectos psicológicos y/o emocionales que se derivan de una situación de desempleo
El trabajo además de aportar un nivel económico, aporta sensación de bienestar y estabilidad emocional/psicológica, familiar y social. La pérdida de éste desencadena una serie de cambios en la vida de la persona y se convierte en un problema psicosocial.
Se dan varias fases psicológicas por las que transita la persona desempleada; Una primera fase de incredulidad, no ser real, y miedo. Es un shock, confusión, desorientación, que van unidas a fracaso e imposibilidad de construir planes de futuro.
Después pasamos por una fase según nuestra situación familiar, de colchón económico y de la existencia de alguna prestación por desempleo de estar en unas pseudo- vacaciones, caracterizada por un optimismo irreal, de poder encontrar algo mejor, ya que se percibe como algo temporal. La cosa cambia cuando el tiempo de desempleo aumenta y no se encuentra otra posibilidad laboral.
Cuando la situación de desempleo es prolongada, comporta graves consecuencias psicológicas y económicas y comienzan a darse otras dificultades; de acceso y mantenimiento a una vivienda digna, problemas de alimentación, hacer frente a las responsabilidades familiares y de personas a cargo, imposibilidad en el pago de hipotecas, préstamos y deudas….. El sistema de bienestar social de la persona es afectado y a su vez su estabilidad o bienestar físico, psicológico/o emocional también.
Las personas comienzan a desarrollar cuadros de ansiedad, problemas de sueño, problemas gastrointestinales, cansancio físico, problemas cardiovasculares, desequilibrio alimenticio, (pérdida de apetito a atracones compulsivos). Asimismo se producen emociones de tristeza, irrupción de pensamientos negativos, desesperanza, fracaso, inseguridad y/o falta de confianza en uno/a misma, disminución de la visión de capacidad y autoestima, sentimiento de vergüenza…Estados de irritabilidad, baja tolerancia a la frustración, estados de enfado e ira prolongados, sentimiento de injusticia etc…
Otras consecuencias psicológicas pueden producir aislamiento, ruptura de rutinas diarias de traslado, relación y de experiencias compartidas con compañeros/as, de oportunidades para la creatividad, sentimiento de utilidad y desarrollo profesional, de sostener y contribuir al bienestar de la familia y de la sociedad. Dándose la percepción de estar fuera, de no estar incluidos/as en la rueda de la vida.
Las consecuencias físicas y mentales que derivan de una situación de desempleo pueden dibujar un círculo de desmotivación, muestra de inseguridad, incapacidad, descuido de la imagen, que hacen que las personas tengan una posición deteriorada a otras ante la búsqueda de un nuevo empleo. Circuito difícil de romper si la persona no dispone de una red de apoyo familiar, de relación social de pares, institucional y/o profesional que atenúen los efectos negativos de esta situación de estresores vitales.
La intensidad de estos estresores y el tiempo de desempleo, si es prolongado, puede alcanzar niveles e intensidad que la estructura psicológica de la persona no pueda procesar, elaborar, desencadenándose situaciones de trauma, problemas/trastornos del estado de ánimo y psicológico.