El poder de la mente es increíble. Puede hacernos sentir la persona más feliz del mundo o causarnos una angustia importante que también se deje notar en nuestra salud física.
Tal es el poder de los pensamientos que, en algunas ocasiones, la mente está detrás de determinadas enfermedades. Un ejemplo sería la sensibilidad química múltiple, un problema que afecta a unas 300 000 personas solo en nuestro país y que parece esconder más un problema psicológico que una enfermedad física.
Las personas que padecen este tipo de enfermedad sienten una serie de síntomas cuando su piel entra en contacto con alguna sustancia química sintética. Incluso hay pacientes que llevan mascarillas para evitar las molestias que les ocasionan respirar las sustancias que estas sustancias desprenden. Estas molestias pueden ir desde mareos y vómitos hasta espasmos musculares, dolores y sensación de ahogo, entre otros síntomas.
Hasta la fecha, la Organización Mundial de la Salud no reconoce esta enfermedad, aunque España sí que lo ha hecho. Nadie cuestiona que estas personas padecen un problema, pues los síntomas así lo evidencian. Pero lo que los expertos señalan es que, lejos de tratarse de una enfermedad física, se trata de un trastorno mental. Para que nos entendamos: los profesionales indican que, en realidad, el cuerpo de esas personas no reacciona ante esas sustancias, sino que es su propia mente la que «inventa»esos síntomas. Los estudios que se han hecho para valorar las reacciones de estos pacientes a determinadas sustancias así lo ponen de manifiesto.
El problema surge porque las personas que sienten estas molestas sensaciones, que tantas dolencias les generan, sí padecen, y mucho, como consecuencia de ellas. Es algo similar a lo que sucede con los miedos irracionales y las fobias, por ejemplo. Nuestra mente fabrica pensamientos negativos que exageran la situación a la que nos vamos a enfrentar antes de que nos veamos expuestos a aquello que nos causa pavor, por lo que nuestra predisposición ya es mala, y los síntomas que viviremos nos provocarán, por tanto, un gran malestar que no es físico, sino mental, pero que sí sentimos en nuestro cuerpo.
En el caso de los pacientes que sufren sensibilidad química múltiple, como en el caso de personas que padecen fobia a los espacios abiertos, a hablar con la gente o tiene miedo irracional a la lluvia, es la mente la que está detrás de los síntomas, puesto que es esta la causante de que cuando llueve sintamos taquicardia y temblores, o de que cuando estemos frente a un mueble fabricado con una sustancia química sintética sintamos que nos ahogamos y nos duelan los músculos.
De este modo, según estos investigadores, en el caso de las personas que padecen sensibilidad química múltiple, el tratamiento debería incluir atención psicológica individualizada, al igual que sucede con las personas que sufren angustia debido a sus miedos o fobias. Solo de este modo se conseguiría controlar las reacciones que el cuerpo padece por culpa de la mente y se podría reducir el malestar asociado a estos síntomas.
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