LA DIVERSIDAD SEXUAL: ACERCÁNDONOS A NUESTRA IDENTIDAD DE GÉNERO Y SEXUAL
“En lo que respecta a la sexualidad humana, no todo el mundo es como uno mismo… incluso los seres queridos, los amigos y los vecinos son más distintos de lo que uno supone“ Havelock Ellis (1993).
Qué es la identidad de género
Aún hoy día existe mucha confusión en cómo se desarrolla nuestra identidad de género e incluso en saber qué significa este término. En muchas ocasiones se confunde con la orientación sexual y no son consecuencia directa la una de la otra.
Nuestra identidad de género es nuestra conciencia psicológica, nuestra sensación de ser mujer, hombre, ambos o ninguno de ellos. Es cómo nos sentimos con respecto al género; cómo nos definimos.
Existen muchas creencias de que nuestra identidad de género, el ser hombre o mujer en nuestra sociedad, viene marcado por nuestros genitales. Es más, se nos clasifica así incluso antes de nuestro nacimiento. Si tienes un pene serás hombre y si tienes una vulva serás una mujer. Y esto no siempre coincide, aunque sí es cierto que la mayoría de las veces sí y no por eso el resto es excluyente.
El que sigan primando estas creencias por encima del resto ha llegado a ser una fuente de conflicto y discriminación para aquellas personas que no se sienten parte de esta clasificación, lo que las ha podido llevar a no poder vivenciar y expresar con libertad su identidad, como se sienten.
Es importante saber que nuestros genitales tan sólo son nuestros genitales y no siempre van a coincidir con cómo nos sintamos con respecto a nuestra identidad.
Por ello, nos gusta hacer referencia al término Diversidad Sexual como una amplia gama o combinaciones que alberga el modo que tenemos de vivir nuestra identidad.
El abanico es amplio:
Convivimos personas cisgénero, que son aquellas cuya identidad, sentirse hombre o mujer, coincide con los genitales de nacimiento. Un ejemplo de ello sería una persona con genitales femeninios, vulva, que se siente mujer y una persona con genitales masculinos, pene, que se siente hombre.
También existen personas transexuales, aquellas en las que su identidad de género es opuesta a sus genitales de nacimiento. Un ejemplo sería una persona que nace con genitales masculinos, pene, y se siente en su identidad mujer o una persona que nace con genitales femeninos, vulva, y se siente hombre en su identidad.
Además, hay personas que se identifican con un género fluido, sintiendo una mezcla dinámica de ambos géneros o también no identificándose con ninguno de los dos… Pueden identificase con ciertos rasgos de ambos géneros o cambiar de identidad a lo largo del tiempo y según el contexto.
Como vemos, no siempre nuestro cuerpo, en concreto nuestros genitales, serán los que definan quienes somos y cómo nos sentimos con respecto a nuestra identidad.
En la actualidad, somos conocedores de que tenemos conciencia de cómo nos sentimos en cuanto a nuestra identidad (sentirse mujer u hombre) desde los 36 meses de edad.
Al mismo tiempo, es importante que sepamos que ni todos los hombres son iguales, ni todas la mujeres son iguales. De ahí que nos surja la pregunta ¿cómo expresamos o damos a conocer a los demás nuestra identidad? ¿qué hacemos o decimos para indicarnos a nosotros mismos y a los demás el género con el que nos identificamos?
Todo ello lo hacemos a través de roles o papeles de género. En cada sociedad hay patrones, comportamientos que definen lo que es ser masculino-hombre o lo que es ser femenino-mujer. Es algo que puede cambiar a lo largo del tiempo dentro de una misma sociedad y además a lo largo de la vida en una misma persona sin que por ello cambie la identidad.
Cuando nos referimos a nuestra cultura y sociedad lo hacemos con el fin de poder enmarcar lo que significa ser hombre o mujer donde vivimos. No suelen ser iguales las actitudes, por ejemplo, de una mujer de occidente con respecto a una mujer de oriente. La cultura siempre es un factor muy influyente.
Así que una vez más, podemos poner más ejemplos de ello. Una persona con genitales femeninos al nacer, vulva, que se siente mujer de identidad y que se expresa según comportamientos o rasgos considerados por nuestra sociedad como masculinos y no por ello se tiene que sentir hombre. Otro ejemplo podría ser una persona transexual con genitales masculinos al nacer que se siente mujer de identidad y expresa su género con un papel considerado como femenino en nuestra sociedad. Y así podríamos hacer muchas combinaciones.
Nuestra identidad de género, como vemos, está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, culturales… entre muchos otros a lo largo de nuestra vida.
A menudo y como dijimos en el inicio, el término identidad se confunde con la orientación sexual, y este caso a lo que se hace referencia es a la capacidad que tenemos de sentir o no una profunda atracción emocional, afectiva, erótica y sexual por otras personas, pudiendo estar dirigida a personas de un género diferente o igual al propio.
Si hacemos combinaciones con todo lo descrito podríamos tener muchos ejemplos representativos: una persona con genitales femeninos al nacer, vulva, que se siente mujer y siente atracción por hombres, aquí hablaríamos de una mujer cisgénero y heterosexual; si en caso contrario sintiese atracción por mujeres hablaríamos de una mujer cisgénero y lesbiana, si fuera por ambos sexos cisgénero y bisexual…
En el caso de las personas transexuales sería de igual modo, una persona que se siente mujer con genitales masculinos al nacer y le atraen las mujeres sería lesbiana y si le atrajesen los hombres sería heterosexual y para lo mismo con la bisexualidad.
Si te animas puedes hacer tus propias combinaciones.
Lo más importante es que todos buscamos nuestro lugar de pertenencia y la realidad es que a veces se hace difícil por la desinformación, cerrazón y consecuencias de la transfobia y homofobia, que pueden llevarnos a padecer cuadros de ansiedad y depresión.
Si al leernos crees estar en un momento de conflicto o dificultad con alguna de estas áreas de tu sexualidad y necesitas de apoyo y acompañamiento para llegar a la aceptación, reafirmación, vivencia y expresión con total libertad de tu identidad y orientación, la terapia psicológica podría ser un buen recurso.
Tal y como Howard Gardner dijo en sus estudios respecto a las inteligencias múltiples y que podemos aplicar al campo de la sexualidad:
“Ninguna persona es mejor ni peor que otra. Ni tampoco igual a otra. Lo que nos hace humanos es que cada uno de nosotros es único. Así que ríase con la neurociencia, de quien diga que alguien es más listo que otro: ¿listo para qué? Cualquier talento no es sino capacidad de adaptación al entorno: inteligencia.
“Las etiquetas deben ser el camino al conocimiento e inclusión social y cultural de la diversidad sexual y no el camino a la estigmatización”