Comprendiendo las emociones: Las 3 funciones del enfado

Comprendiendo las emociones: Las 3 funciones del enfado

Algunas personas se alegran de enfadarse con muy poca frecuencia. Felicitamos a los padres cuyos hijos “siempre tienen una sonrisa en los labios”.

Agradecemos las parejas “pacientes” y si trabajamos para una empresa y un jefe nos grita: “¡eres un estúpido, no sirves para nada!”, agachamos la cabeza y nos vamos a nuestro lugar sin decir nada.

Estos son pequeños ejemplos de negar una herramienta vital para la vida: El enfado.

¿Cómo? ¿Enfadarse es bueno?

No sólo es bueno, sino que también es sano, funcional y saludable.

En la psicoterapia transpersonal se nos enseña que el enfado tiene tres funciones básicas:

1. Expresar Molestias

Siempre nos han enseñado que lo mejor es ser agradecido, gentil y amable con los otros.

Esto se debe, en gran medida, a que nos han inculcado que lo “más importante” son las personas con las que convivimos. No podemos herir a otros con nuestra conducta o actos. No importa si lastimamos nuestro sentimientos o si nos duele hacer algo en contra de lo que somos.

En la educación de países como México, se ha hecho hincapié en que hay que mostrar la buena educación de la cual venimos. Es por ello que “se ve mal” que pongamos “cara de enfado” cuando no nos gusta algo.

Todas las personas nos enojamos. Demostrarlo es otra cosa.

Puede ser que estés esperando el bus y alguien se meta en la fila. Vayas a sacar dinero del cajero automático y alguien se te cuela. Que tu hijo haya tenido una llamada de atención porque le pegó a un compañero y hayas tenido que ir a la escuela.

Hay miles de situaciones en las que sentimos que nos estalla la cabeza. El cuerpo tiene que sacar lo que no expresó con palabras o acciones. Mostrar molestia significa usar una voz y actitud firmes, ser directo y claro.

Y sí, es fácil decirlo pero no hacerlo. Sobre todo, cuando estamos ante figuras de autoridad, ya sean tus padres, maestros, jefes o incluso con tu pareja.

Es tan intrínseco al ser humano que hay que guardar “respeto” por estas personas que no nos cabe en la cabeza mirar fijamente al otro y decir con voz segura: «Me está molestando tu punto de vista…me enfada escuchar que no eres justo con…me siento molesta porque..

Sentimos que lo mejor es no decir nada. Al fin y al cabo, ya pasará… No es así.

2. Defender derechos y poner límites

MI espacio, MI tiempo, MI casa, MI dinero, MI novio, MI salud, MI… ¿A qué te suena cuando lees estas frases?… A egoísmo puro… ¿Sorprendido?

No, en realidad no. El mundo de los egoístas es sólo para la gente maleducada, fea, sin consideraciones. Y nadie se quiere sentir así, ¿no?

Para empezar a defender nuestros derechos, debemos de aceptar que una parte de nosotros es egoísta.

Integrar esto reducirá la culpa o el castigo (muchas veces inconsciente) por pensar primero en nosotros, en lo que a mí me corresponde, a lo que tengo derecho y me merezco.

Poner límites empieza por nuestro espacio vital, por nuestro tiempo para estar solos, por la elección propia de la ropa que me voy a poner aunque no le guste a mi pareja.

Si seguimos esquivando a ese vecino que nos echa la basura en nuestro cubo todos los días, o si no le decimos a nuestra madre que no le regale tantas cosas a nuestra hija, llegarán otras situaciones de mayor importancia que tampoco sabremos resolver.

3. Afrontar miedos y vergüenzas

Afrontar es un verbo que ya por sí solo, da miedo. Nos coloca en una acción, en un hacer, de ir hacia adelante y comprometerse, lo cual obliga al desarrollo personal y la madurez.

Y la misma energía se gasta en pensar que mañana haremos algo que en hacerlo. Si seguimos temiendo perder o si nos quedamos en la encrucijada del «qué pasaría», ese enfado interno que se necesita para lograr lo que queremos siempre va a tomar forma de vergüenza o miedo. 

Entonces, ¿cómo hacer para usar el enfado?

Primero, reconocerlo e identificar –para nosotros mismos- qué es lo que lo causa.

Hagamos una lista de todas aquellas cosas que no nos gustan. No importa si es un color, una música, una acción, una ropa, una persona, una situación, algo político o medioambiental.

Comprueba tu lista. ¿Cuáles son los elementos que más se repiten? Identifica el común denominador de tus enfados.

Los míos tienen siempre que ver con mi intolerancia hacia los demás.

Haz un cruce con esta lista y lo que siente tu cuerpo cuando sucede.

Muchas veces las personas sentimos un vacío en el estómago o se nos entumecen las manos. A veces suelen presentarse estos síntomas después del impacto. Sentimos el cuello tieso o el dolor de la ciática después de no haber defendido nuestros derechos.

Me enojo cuandoSiento en mi cuerpo
No me presta atención mi maridoDolor en el cuello
No me alcanza el dineroColitis
Los perros de mis vecinos no dejan de molestar en las mañanasMi garganta se cierra
Se acaba el agua calienteMis dedos de las manos se tensan
Hay mucha gente en el bancoSe me entume la pierna derecha

Hay que ir un poco más allá de lo habitual y ser sinceros para decirnos que sí nos enfadó tal persona o evento.

Aceptar que las personas tienen impacto en nuestra vida es mostrar nuestra fragilidad, transparentarnos.

Practicar. Ponernos delante de un espejo y ensayar cómo exigiríamos algo o escribir cómo lo solicitaríamos.

A mí me costó casi un año decirle a mi padre que ya no me dijera XXXXX (no repito el apodo que me ofendía y me hería profundamente). Primero, comencé con pedirle que me solicitara las cosas por favor o que me las pidiera con amabilidad.

Ir reconociendo nuestro enfado, es ponerle tamaño, sensación, textura, color, olor y sabor.

Después, nos tocará ver quién está realmente detrás de nuestros enfados. Y al descubrirlo, saber que, con apoyo de un profesional, podemos reclamarle lo que creemos que no nos dio y nos hizo falta.

Así podremos pasar a otro estadio que es saber que podemos darnos a nosotros mismos eso que no nos dieron.

El enfado es una herramienta de vida. No es sinónimo de violencia. Tampoco se trata de ser agresivo por el solo hecho de demostrar que somos más fuertes que el otro. El enfado es un derecho que debemos tomar en su justa medida para sobrevivir en nuestro día a día.

Brindémonos la oportunidad de saber que el enfado bien encaminado abre puertas de libertad.

https://psicocode.com/psicologia/comprendiendo-emociones-funciones-enfado/