La adicción a los conflictos

La adicción a los conflictos

¿Crees que estás constantemente buscando conflictos? ¿Crees que sufres de una adicción por los conflictos? Descubre cómo dejar atrás este tipo de actitudes y confrontar estos sentimientos.

Hay personas que parece que se sienten cómodas al discutir o confrontar con los demás. Es como si su estado natural fuera la ira, el enfado y el mal humor. Siempre están encendidas o a punto de explotar, generan tensión e incomodidad. Es lo que tiene la adicción a los conflictos, una urgente necesidad por estallar.

Adicción a los conflictos: ¿en qué consiste?

Todos conocemos a alguien con una personalidad conflictiva, siempre dispuesta a generar disputas, sea por lo que sea. Desde un pequeño gesto, hasta un comentario o una simple palabra pueden ser suficientes para comenzar un conflicto. Y no se tratan de adolescentes rebeldes o personas con malhumoradas, sino de un perfil muy concreto orientado a desestabilizar, romper la calma, generar tensión y crear batallas entre familias, amigos, compañeros de trabajo y parejas. Hablamos de un comportamiento adictivo que se caracteriza por buscar de manera incesante el conflicto.

Eso sí, aunque no exista un trastorno o síndrome como tal en ningún manual diagnóstico a día de hoy, se suelen utilizar los términos de “adicción al conflicto” para referirse a un conjunto de rasgos y patrones de comportamientos enfocados en generar polémica y discusión.

Aunque si vamos un poco más allá, podríamos afirmar que la adicción en concreto sería a la noradrenalina que es liberada por la amígdala ante una situación que se interpreta como amenaza. Se trata de una catecolamina que puede actuar tanto de neurotransmisor como de hormona, que prepara al cuerpo para el ataque o la huida y que también es la responsable del “subidón” que se siente cuando uno estalla en un ataque de ira.

¿Cómo son las personas adictas a los conflictos?

Características de las personas adictas a los conflictos

A las personas que encajan en este tipo de perfiles también se las conoce como personalidades de alto conflicto o HPC. Suelen ser desafiantes, confortativas, y con tendencia a proyectar su ira en los demás.

A nivel emocional, tienen una baja o nula gestión de sus emociones. Suelen ser impulsivas, dan voces a la primera de cambio y se suelen dejar llevar por la ira, el resentimiento o la necesidad de llevar la razón.

En cuanto a sus creencias, se caracterizan por pensar de forma absolutista o dicotómica, “todo o nada”. Es decir, tienden a los extremos y a distorsionar lo ocurrido, lo que conforma una mentalidad rígida que en la mayoría de las situaciones, y sobre todo, en pleno conflicto, dificulta la reflexión.

Otra característica de las personas con adicción a los conflictos es que tienen bastantes dificultades para empatizar, ya que tienden a ver el mundo desde su perspectiva. Lo que les lleva a buscar culpables de aquello que no sucede según esperan y a mostrar una baja tolerancia a la frustración, ya que son incapaces de reflexionar sobre lo ocurrido y su forma de actuar.

Algunas de las personas que muestran esta dificultan suelen tener trastornos de personalidad o algunos rasgos y características de estos. Ahora bien, detrás de esa adicción a los conflictos se encuentran un gran número de miedos y resistencias. Este tipo de personalidades suelen estar en guerra con ellas mismas, es decir, tienen muchos conflictos consigo mismas, pero no son conscientes de ello; de ahí que lo proyecten al exterior, hacia los demás… No obstante, esto no quiere decir que no se les pongan límites.

Claves para resolver nuestra adicción a los conflictos

Claves para actuar con personas adictas a los conflictos

En ocasiones, estamos obligados a tratar con personas de alto conflicto, por ello es conveniente saber cómo actuar con ellas. De esta forma, evitaremos muchas de las consecuencias derivadas y además nos protegeremos.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que nuestros comportamientos no están dirigidos a cambiar a estas personas. Aquí hay dos objetivos que no debemos olvidar: por un lado, lo que vamos a cambiar es la forma en que les respondemos y por otro, vamos a evitar personalizar sus reacciones, como hemos dicho son personas con una gran guerra interior.

Por lo tanto, perdernos en conversaciones eternas en las que tengamos que justificarnos y dar explicaciones no es conveniente. Se trata de protegernos para no dejarnos contagiar por su estado de ira, resentimiento o rabia, es decir, hay que desactivar el impacto de sus reacciones en nosotros. No tener en cuenta lo que dicen. De ahí que tratar de empatizar con ellas suele ser una buena estrategia.

Así, si le hacemos saber que sabemos cómo se siente, qué es lo que no le parece bien y que nos interesa su punto de vista podremos contribuir a reducir su explosión. Eso sí, hay que tener especial cuidado y evitar hacerles comprender que lo han hecho mal o que también tienen responsabilidad en lo ocurrido porque les será imposible y lo más probable es que se lo tomen como un ataque.

Otro punto recomendable es ayudarles a tomar decisiones y a ver otras alternativas, ya que con ello se impedirá que se queden focalizadas en las quejas y lo ocurrido y su atención se enfocará en lo que todavía se puede hacer.

Como vemos, no es fácil tratar con personas con adicción a los conflictos y mucho menos agradable. Al fin y al cabo, se trata de personalidades en guerra con ellas mismas. Por ello, lo fundamental es no tener en cuenta lo que dicen e intentar gestionar nuestra respuesta poniendo límites y en la medida de lo posible, valorar si esa relación nos merece la pena.

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