Comprar compulsivamente, revisar las notificaciones cada dos por tres o trabajar constantemente son conductas adictivas.
Detrás de cada adicción encontraremos una gran insatisfacción. Esto ocurre porque el individuo necesita “suplir” una carencia con algo externo para así, por un momento, lograr olvidar su vacío interno, aunque sea de manera temporal. Por eso, suele recurrir repetidamente a aquello que le satisface porque genera una descarga de endorfinas que le produce placer. Así se inicia la espiral de la adicción.
Cuando hablamos de “algo externo” no nos referimos exclusivamente a drogas o alcohol, como se podría pensar. Estamos hablando de hábitos cotidianos que están socialmente aceptados como podría ser usar internet, hacer ejercicio o ir de compras. ¿Qué problema hay? Como siempre, el exceso.
“El juego problemático, las relaciones sexuales descontroladas o las compras compulsivas aumentan la dopamina en el cerebro como lo haría el consumo de sustancias psicoactivas, llevando a una sensación de euforia”, asegura la Asociación Psiquiátrica de América Latina en el estudioLas adicciones no relacionadas a sustancias.
Una persona que es propensa a la adicción desarrollará más fácilmente una dependencia a conductas de este tipo ya que necesitará repetir el comportamiento que le produzca placer de manera constante. La personalidad adictiva viene marcada por factores genéticos pero también psicosociales, es decir, el contexto en el que se desarrolla la persona. “Si en la familia existe un historial de adicción, es importante vigilar porque puede haber predisposición genética; pero también cuenta el entorno, los patrones de comportamiento aprendidos y la cultura”, cuenta la psicóloga, Paola Andrea Velásquez.
Una persona con tendencia adictiva que sufra un malestar emocional ya sea por soledad, por aburrimiento o por agresividad, querrá aliviarlo. ¿Cómo? Llenará su tiempo de actividades ya sea trabajar, ir al gimnasio, mirar el móvil compulsivamente o ir de compras.
Patrones de conducta
Algunos patrones de comportamiento suelen pasar inadvertidos por el individuo afectado aunque sí resultan obvios para su entorno cercano:
- No ser capaz de terminar proyectos. Tampoco de cumplir compromisos. La ansiedad por hacer mucho en poco tiempo es una característica propia de la personalidad adictiva. El resultado es que pierden rápidamente el interés por terminar aquello que comienzan.
- Suelen tener problemas para acatar normas. Ya que, ¿por qué habría que limitar la diversión de ir de compras o de estar en redes sociales?
- Mentiras cada vez más complejas. A la persona le resultará complicado admitir que tiene un problema así que mentirá sobre, por ejemplo, el tiempo que dedica a cierta actividad, todo para evitar ser cuestionado.
- Tenen una visión poco realista de sí mismos. No aceptan que tienen un problema, así que se sienten muy afectadas por cualquier crítica externa que reciban, así como por la imagen que los demás puedan tener de ellos.
- Aburrimiento permanente. Constantemente se sienten insatisfechos con lo que hacen. Nada es digno de su consuelo ni les llena. Se desesperan con facilidad porque no tienen paciencia.
- Búsqueda de adrenalina. Las personas tranquilas o excesivamente organizadas no son del agrado de este tipo de personalidades. Prefieren el caos y, por eso, buscan a personas que le den emociones intensas.
- Excesos sin medida. Aquello que es normal no entra en su lista. Los límites no son bienvenidos. Este tipo de personalidad buscará siempre más: comer más, gastar más, jugar más, beber más, trabajar más, etc.
Para una persona no adicta es fácil detectar este comportamiento y hacer aquello que resulta la respuesta menos complicada: dejar de jugar con fuego y parar de una vez. Pero todo es más complicado.
“La sociedad no adicta piensa que estas personas no se recuperan porque no quieren o no les gusta. Al principio ejecutar la conducta adictiva les genera placer, pero después éste se convierte en placer negativo, algo incómodo que no disfrutan. Se sienten mal, pero al mismo tiempo no pueden vivir sin ello porque sienten que hay una fuerza interior que los obliga, una más grande que ellos mismos”, admite la psicóloga Paola Andrea Velásquez.
Así que, cuando se ha reconocido el problema, el siguiente paso natural es buscar ayuda profesional. En la terapia podrá localizar cuál es la carencia que intenta llenar con ese tipo de conductas. Ese es el primer paso para buscar satisfacción en su propio bienestar y no en factores externos y no caer en el riesgo de cambiar una adicción por otra.
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