¿Crees que ser guapo te puede beneficiar? ¿Existen prejuicios acerca de nuestra belleza? Descubre cómo afecta la primera impresión a través del Efecto Halo y el Efecto Horn.
A todos nos gusta causar una buena primera impresión a los demás. Este hecho sólo remarca la necesidad que todos poseemos por ser aceptados por la sociedad. Aunque esto parezca una convicción social, en realidad la facultad de apreciar o despreciar a los demás con la primera mirada es una mecanismo natural que todos tenemos. De esto trata el denominado efecto Halo.
¿Qué es el Efecto Halo?
El Efecto Halo se da cuando prejuzgamos a alguien de forma positiva sin tener información al respecto. Dibujamos un halo metafórico, es decir, nos fijamos en una cualidad positiva de esa persona y la generalizamos para aplicarlo al resto de aspectos de esa persona.
Os doy un ejemplo: es tu primer día de trabajo, llegas a tu puesto y te recibe una de tus compañeras con una sonrisa y te explica detalladamente tus funciones. Lo primero que puedes pensar es que esta compañera es muy simpática y hasta podéis hacer buenas migas. Poco después, descubres a tu compañera criticándote y burlándose de ti por lo torpe que estás siendo en tu primer día.
En este ejemplo, el problema es que sólo por el hecho de que te ha recibido con una sonrisa y te ha explicado cómo funciona todo, has dado por supuesto que es una persona simpática, respetuosa, empática y quizás hasta podréis tener una amistad. De un comportamiento determinado has atribuido rasgos de personalidad y valores en esa persona, y te has equivocado. De esto se trata el efecto Halo, es decir, le has atribuido cualidades positivas a una persona basándote sólo en una característica concreta.
En cambio, el denominado efecto Horn es precisamente lo contrario. Por lo tanto, lo que hacemos en esta ocasión es atribuir rasgos o cualidades negativas a alguien sin tener suficiente información, es decir, prejuzgamos negativamente.
Por ejemplo: tienes una cena con unas amigas pero una de ellas ha decidido venir con alguien que no conoces. Te la presentan y es una persona aparentemente seria, tiene unas facciones muy marcadas y las comisuras de su boca y la expresión de sus cejas muestran cara de enfado. Además la escuchas hablar y tiene un tono muy tajante y la voz gruesa. Y sólo te faltaba que le pidieras la sal y no te hiciera caso. En resumen, no sabes porqué pero te cae mal y eso que no sabes nada de ella ni has intercambiado aún ninguna palabra. Este ese sería un ejemplo de Efecto Horn, ya que aunque aparentemente esta chica pueda parecer un poco antipática, quizás es sólo la apariencia y en realidad es una chica simpática pero tímida.
Ahora bien, el problema del Efecto Halo y el Efecto Horn es que muchas veces seguimos haciendo una atención selectiva a los rasgos positivos o negativos, no valoramos todo en conjunto, sino que nos interesamos por los rasgos que nos harán seguir manteniendo nuestra hipótesis y mantenemos por tanto, una visión sesgada de la gente.
Tanto el efecto Halo como el efecto Horn implican un estereotipo sobre el atractivo físico, basado en la idea de que ‘lo que es bello también es bueno’. Tanto es así que según diversos estudios las personas que se consideran atractivas tienden a recibir una calificación más alta en otros rasgos positivos. Aunque principalmente el efecto de halo pasa en las personas con rasgos atractivos, también existen casos en los que pasa con otras características de las personas como puede ser la extroversión o sociabilización.
¿Por qué se produce el efecto Halo y el efecto Horn?
El primero en otorgarle al efecto Halo un significado fue Edward Thorndike. Este investigador preguntó a diversos oficiales del ejército que evaluaran a sus soldados subordinados. En este experimento, Thorndike descubrió como las calificaciones altas de una calidad particular se correlacionaban también con las calificaciones altas de otras características y pasaba precisamente lo contrario con los aspectos negativos.
El significado de Halo cogió mucha más fuerza cuando a través de diferentes estudios se llegó a encontrar que incluso los miembros de un jurado se veían distorsionados por este. Tanto es así que se demostró que estos tenían menos probabilidades de creer que las personas atractivas eran menos culpables de un comportamiento delictivo.
A pesar que el efecto Halo normalmente influye en el sentido positivo a las personas, algunas investigaciones también han demostrado que puede haber ciertos prejuicios ante la belleza. Entre ellos, muchas personas tienden a conectar el atractivo físico con la vanidad, la deshonestidad y el hecho de intentar manipular los demás con la belleza.
¿Cómo nos puede afectar el efecto Halo y el efecto Horn?
Esta característica de nuestra psicología humana puede llegar a perjudicarnos en diferentes aspectos. Tanto si somos considerados por los demás como atractivos y creamos este efecto Halo, como si por lo contrario, no recibimos estos atributos.
1. En la educación
Según muchas investigaciones el efecto Halo puede hacer que los maestros interactúen mucho más con los estudiantes que vean más atractivos. Tanto es así que estos estudios han mostrado como los maestros tenían mejores expectativas de los niños que calificaban como más atractivos que de aquellos que no lo eran.
2. Trabajo
A pesar de que parezca que los adultos podemos ser más críticos con nuestros prejuicios la realidad es que pasa precisamente lo contrario. Incluso en el trabajo nos podemos ver perjudicados (o beneficiados, en el caso de que belleza sea abrumadora) por el efecto Halo. De esta forma, los supervisores pueden llegar a calificar a sus subordinados basándose en la percepción de una sola característica en lugar de la totalidad de tus funciones. Además nuestro atractivo físico también puede desempeñar un papel muy relevante en las contrataciones.
3. Marketing
Cómo te puedes imaginar, los especialistas en marketing se aprovechan del efecto Halo para vender sus productos y servicios. Es por ello que no paramos de ver cómo para los anuncios se utilizan fotografías de los modelos que son culturalmente considerados auténticas bellezas.
Son muchas las ocasiones en las que nuestro físico y atractivo pueden tener un desempeño en las primeras impresiones. Aun así estos rasgos son mejorables no sólo a través del ejercicio físico, sino también gracias a disfrutar de una buena salud mental. Por ello, es crucial contar con un psicólogo para mejorar no sólo nuestro interior sino también tu exterior.
¿Cómo podemos evitar que el efecto Halo y Horn nos dominen?
La naturaleza humana está determinada para prejuzgar a los demás. Aun así estos instintos pueden ser sustituidos por juicios realistas hacia los otros. De este modo podemos hacer que el efecto Halo sea hacia el interior de una persona (ya que conocemos sus virtudes reales) y no hacia el exterior.
1. No hagas juicios de valor
No podemos evitar hacer juicios de valor, lo hacemos todos los humanos. Lo que sí que podemos hacer es autoanalizarnos, es decir, ver qué emociones nos suscitan las personas que acabamos de ver por primera vez y evitar dejarnos llevar sólo por los aspectos negativos o positivos, es decir, si te fijas sobre todo en lo bueno de las personas, céntrate en buscarle los defectos. Y si sólo te estás fijando en lo negativo, busca cualquier aspecto positivo que pueda tener.
2. No te fíes de la primera impressión
Otra cosa que podemos hacer para no dejarnos llevar por estos efectos, es no fiarse demasiado de la primera impresión. Es decir, esperar a ver más experiencias con esa persona para ver si se mantiene la misma opinión tratando de ser lo más objetivo posible. Para ello intenta revivir en tu casa (a través de la imaginación) el encuentro como si lo vieras desde la pantalla de una televisión siendo espectador y no protagonista de la escena.
3. Comenta tus impresiones
Finalmente, otra cosa que puede ir muy bien es hablar con alguien de confianza sobre qué impresión le ha dado la misma persona. A veces es sorprendente cómo una persona que tú juzgas positivamente la otra persona la ha juzgado de forma negativa y a la inversa. Habla con las otras personas y que te expliquen sus impresiones. De esa manera podrás descubrir cosas que quizás tú no habías visto o interpretado.
Dejarse llevar por sesgos cognitivos como el efecto Halo o Horn puede hacer que perdemos la oportunidad de conocer a grandes personas. Tanto es así que estas percepciones nos suelen pasar una factura ya que confiamos en gente que quizá no deberíamos sólo por su apariencia. Aprender a separar lo que uno es con lo que uno refleja es vital para no sólo dejar de juzgar a los demás, sino a aceptarnos tal como somos.
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